marzo 29, 2024

La calle de la quemada

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Calle de la Quemada

Y fue tal el enamoramiento del marqués de Piamonte, que plantado en mitad de la calleja en donde estaba la casa de doña Beatríz o cerca del convento de Jesús María, se oponía al paso de cualquier caballero que tratara de transitar cerca de la casa de su amada. Por este motivo no faltaron altivos caballeros que contestaron con hombría la impertinencia del italiano, saliendo a relucir las espadas. Muchas veces bajo la luz de la luna y frente al balcón de doña Beatriz, se cruzaron los aceros del Marqués de Piamonte y los demás enamorados, habiendo resultado vencedor el italiano.

Al amanecer, cuando pasaba la ronda por esa calle, siempre hallaba a un caballero muerto, herido o agonizante a causa de las heridas que produjera la hoja toledana del señor de Piamonte. Así, uno tras otro iban cayendo los posibles esposos de la hermosa dama de la Villa de Illescas.

Doña Beatriz, que amaba ya intensamente a don Martín, por su presencia y galanura, por las frases ardientes de amor que le había dirigido y las esquelas respetuosas que le hizo llegar por manos y conducto de su ama, supo lo de tanta sangre corrida por su culpa y se llenó de pena y de angustia y de dolor por los hombres muertos y por la conducta celosa que observaba el de Piamonte.

Una noche, después de rezar ante la imagen de Santa Lucía, vírgen mártir que se sacó los ojos, tomó una terrible decisión tendiente a lograr que don Martín de Scúpoli marqués de Piamonte y Franteschelo dejara de amarla para siempre.

Al dia siguiente, después de arreglar ciertos asuntos que no quiso dejar pendientes, como su ayuda a los pobres y medicinas y alimentos que debían entregarse periódicamente a los pobres y conventos, despidió a toda la servidumbre, después de ver que su padre salía con rumbo a la Casa del Factor.

Llevó hasta su alcoba un brasero, colocó carbón y le puso fuego. Las brasas pronto reverberaron en la estancia, el calor en el anafre se hizo intenso y entonces, sin dejar de invocar a Santa Lucía y pronunciando entre lloros el nombre de don Martín, se puso de rodillas y clavó con decisión, su hermoso rostro sobre el brasero.

Crepitaron las brasas, un olor a carne quemada se esparció por la alcoba antes olorosa a jazmín y almendras y después de unos minutos, doña Beatriz pegó un grito espantoso y cayó desmayada junto al anafre.

Quiso Dios y la suerte que acertara a pasar por allí el fraile mercedario Fray Marcos de Jesús y Gracia, quien por ser confesor de doña Beatriz entró corriendo a la casona después de escuchar el grito tan agudo y doloroso.

2 pensamientos sobre “La calle de la quemada

  1. Hace aprox. 5 años me paso algo que nunca me espere, era sábado y habia venido mi tia de visita, así que todos nos fuimos a dormir y alrededor de las 2:00 am, yo no podía dormir, y yo estaba acostado en el suelo y de repente alguien abrió la puerta de mi recamara y paso encima de mi, se sentía que era una mujer, ya que el peso era tan liviano, así que esta mujer o ser pasaba y pasaba que ya no aguante y le grite a mi tía que me ayudara porque alguien estaba pase y pase y al principio nadie me creyó. Pero ya van dos de mis tíos que les paso lo mismo y solo así me creyeron, lamentablemente en mi cuarto espantaban mucho, pero a mi papa en especial ya que el tiene esa gran facilidad para ver a los muertos, por decirlo asi es el blanco de los muertos. Hace tres años me dijeron sobre el libro de San Cipriano, así que me atreví a leerlo y en ese libro viene de como hacer un pacto con el diablo, de como convertirse en un animal, ritos, hechizos, obviamente pura magia negra y era el 2 de noviembre precisamente y yo estaba leyendo ese libro. Hasta que llego la noche y yo no estaba en casa, sino estaba en casa de mi abuelo allá en Acolman y de repente yo estaba acostado con mi primito y se pararon junto a donde yo estaba acostado, pero fue una sensación tan desagradable ya que sentía muchos escalofríos y miedo y me levante desesperado y algo me iba siguiendo y todos los perros de la calle comenzaron a ladrar como locos, inclusive el perro de la familia comenzó a ladrar bien feo y era tan claro que vieron algo muy malo, aveces pienso que era el mismo diablo.Saludos desde Tecamac.

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