El Secretario
Una expresión, no tanto de dolor o de miedo como de sorpresa, se dibujó en el rostro del asesino al mismo tiempo que la punta del abrecartas alcanzaba su cerebro y arrojaba su alma al Olvido. ¿Había sido su presunción de inmortalidad un mero delirio de su mente perturbada? ¿Acaso ignoraba que la muchacha a la que había violado no era su hija y que esta había muerto muchos años antes, en plena infancia y mordida por una víbora? Juan nunca lo supo y, en realidad, ni siquiera se lo planteó. Aquel brujo y asesino había pagado por todos sus crímenes, su alma había alcanzado el Infierno que tanto anhelaba, aunque no precisamente de la forma que a él le hubiera gustado, y no volvería a dañar a nadie nunca más.
En cuanto al puma, no acudió al rancho aquella noche ni volvió a saberse de él en la región: al parecer, una vez desaparecida la inteligencia diabólica que lo controlaba, volvió a ser un animal inocente y perdió todo interés por el ganado de la hacienda.
Helena recuperó pronto la conciencia, pero necesitó ayuda psicológica para superar el shock traumático provocado por la muerte de su querido padre adoptivo y por el cruel ultraje que ella misma había padecido. Se hizo llegar a las autoridades una versión incompleta de los hechos, de la cual se habían eliminado los elementos más extraños y rocambolescos, y la policía argentina, en colaboración con la española, no tardó en descubrir la verdadera identidad de David Estrada: un erudito aficionada a las ciencias ocultas que, tras muchos años de vida pacífica y laboriosa, había desaparecido, dejando tras él un rastro de cadáveres… sin duda un caso de locura, aunque algunos se nieguen a reconocerlo.
Tras una larga y penosa meditación, Helena decidió abandonar para siempre la hacienda, que vendió a Juan Moreno por un precio muy inferior al real (y aun esto porque el capataz se negó a aceptarla como regalo), se marchó a España y se estableció en Galicia, la tierra natal de su padre adoptivo, para dedicarse a la medicina, buscando en el trabajo la paz y el olvido. O, al menos, tal era su intención, porque una vez allí descubrió que la violación no sólo había tenido consecuencias para su mente, sino también para su cuerpo: Helena estaba embarazada.
fuente: relatos.escalofrio.com/relato.php?ID=22763
m parecio muy bonita la leyenda da a demostrar muchas cosas ej la adopción el amor la maldad la confianza y sobre todo k parte de la leyenda puede ser verdad