Juego Mortal
Alicia era una niña que se preparaba para la fiesta de su cumpleaños.
Se divertía con sus amigos corriendo y muñequeando, y luego decidieron jugar a las escondidas en la casa su madre consintió con la advertencia de que no rompieran nada so pena de dejarlos sin postre.
La pequeña horda de infantes invadió la casa entre gritos, saltos y risas, todos corrieron a ocultarse mientras el niño más lento empezaba a contar Alicia, que conocía muy bien cada rincón de su casa, recordó que bajo la escalera había visto un agujero, quizás sería el mejor escondite de todos.
Era un agujero pequeño en la pared que quedaba oculto a la vista por unos cuantos listones de madera recostados. Logro meterse allí, eso sí, desgarrando su vestido en varias partes y raspándose los brazos y las piernas, heridas que solo sacudió un poco pues la emoción de ser la mejor escondida no la dejaba llorar.
El niño lento anunció que había terminado el conteo y poco a poco Alicia escuchaba como iba descubriendo a los demás niños esperaba ansiosa el momento de escuchar que el niño se alejaba para salir a salvar patria y ganar.
La voz del niño se hizo lejana, y ella se apresuro a salir por el mismo agujero, pero no lo consiguió. Luchó un poco al principio disgustada, pero rápidamente creció su angustia al ver que no lograba caber por el agujero, ya todos los niños habían salido y uno de ellos gritaba que había ganado. Pronto se percataron de la ausencia de Alicia.
Al principio parecía un chiste pero pronto los niños se asustaron porque no la encontraban ni respondía sus llamados. Avisaron a su madre y luego de su búsqueda infructuosa llamó a su esposo. Todo el mundo la buscaba, dentro y fuera de la casa, y Alicia los escuchaba, allá, debajo de la escalera y gritaba y lloraba golpeando el muro, pero nadie escuchaba el grito que las gruesas paredes se comía.
Las autoridades peinaron la zona, registraron todos los rincones imaginables de la casa, pero no los inimaginables, que era donde estaba Alicia. Ella escuchaba todo y los gritos afónicos de su voz desgastada eran inaudibles. Una y otra vez golpeaba las paredes y gritaba para que la rescataran de esa profunda oscuridad y el frío húmedo.
Días y días de angustiosa búsqueda, pero tan lejos de la pobre Alicia que ya había caído desmayada por el hambre y el frío luego de tres días de estar prácticamente emparedada. Las autoridades hablaron de un probable secuestro para tráfico de niños, del retrato hablado de una sospechosa que merodeaba aquel día, y tantas teorías complicadas, que los padres decidieron emprender su búsqueda y dejar la casa con todos sus dolorosos recuerdos.
Alicia murió casi sin darse cuenta, presa del hambre y la hipotermia. Ahora vaga por la casa llorando buscando a sus padres, diciendo que tiene hambre y frío, y su lamento lastimero hiela la sangre de quienes pasan por el lugar.