noviembre 21, 2024

Leyenda del Callejón del Suspiro

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– ¡Vive Dios!, pero si  ¡sois un muerto!

 

El fantasma se le acercó lentamente, levitando sobre la calle empedrada y  mientras el caballero retrocedía trastabillando y gritando que no quería tener nada que ver con seres del otro mundo, el fantasma volvió a emitir el helante suspiro, el pobre hombre, aterrorizado se echó a correr; dejando su espada, mudo testigo de aquella escalofriante escena entre el infierno y el mundo de los vivos: ese era el Callejón del Suspiro.

Después de algunas noches, dos borrachines alegres caminaban por el Callejón del Suspiro, cuando de pronto, vieron a a la lejanía una dama. Ambos pensaron que justamente era una mujer quien gustosamente -en esas horas de la noche- querría acompañarlos a continuar su fiesta. Estaban tan ebrios que les costaba mucho amntenerse en pie, pero de cualquier modo se le acercaron y, cuando la tuvieron cerca, pudieron ver la espantosa y difuminada cara de muerta que les lanzó un doloroso, lento y terrible suspiro. Los borrachos gritaron:
– ¡Es una muerta!, ¡larguémonos!

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Al instante corrieron llenos de miedo hasta desaparecer entre las calles y la oscuridad de la noche. En esta ocasión tampoco hubo testigos, ya que los borrachines, aunque llenos de espanto, jamás soltaron sus botellas de aguardiente.

Otras noches después, el criado del Marqués de Falces tuvo que cruzar por ese extraño callejón como atajo y cumplir con la tarea que le había encomendado su amo. Caminaba con mucha prisa, cuando inesperadamente una imagen de ultratumba le salió al paso emitiendo el doliente suspiro -Había seguido los pasos de los otros hombres en el Callejón del Suspiro-. El hombre al verla, se desmayó y cayó.

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